Historia del alumbrado público de Barahona (primera parte)
Tomado de: noticiariobarahona.com
El alumbrado público de la ciudad de Barahona tiene su propia historia,
larga y difícil de resumir en unas líneas. Antes de que se instalaran
las lámparas incandescentes que hoy iluminan nuestras calles, parques y
otros espacios públicos, se utilizó por muchos años el sistema de
farolas de gas.
Casi todo lo que se ha escrito sobre el tema no está sustentado en bases
documentales científicas (levantamientos de archivo y uso de documentos
oficiales), sino basado en relatos orales que fueron asumidos por los
escritores como un hecho histórico real en la comunidad. Además, todos
los escritos concuerdan que la instalación de los primeros faroles en
Barahona fue un proceso lleno de luces y sombras.
Un relato basado en documentos y sesiones del ayuntamiento de esa época
que nos acerca un poco a la realidad histórica de este acontecimiento
es el que nos brinda Welnel Féliz en su libro “Historia de Barahona
1801-1900” cuando escribe que en 1884, el regidor Francisco Vásquez
propuso instalar 10 faroles en los alrededores de la plaza de armas, sin
encontrar apoyo en la villa.
Aunque existe otro relato que nos cuenta una historia muy diferente. En
1884, en la villa Barahona, que era cabecera del distrito, las calles
ya habían sido demarcadas con sus respectivos nombres y sólo se
iluminaban en celebraciones especiales gracias a los faroles de las
viviendas y comercios. En días normales la villa Barahona quedaba casi
en completa oscuridad.
Fue así que un grupo de ilustres ciudadanos le solicita al ayuntamiento
iluminarla de manera permanente con faroles de velas o gas queroseno,
muy similar a los instalados en ciudades como Baní, Santo Domingo, La
vega y Puerto Plata.
La solicitud fue bien acogidas por los regidores, incluyendo a
Francisco Vásquez, pero no se sometió al edil ninguna moción para
aprobarla debido a que el ayuntamiento funcionaba bajo condiciones
económicas muy precarias y con muchas prioridades. Cabe destacar que
para esa fecha el ayuntamiento de Barahona no tenía una sede o Palacio
Consistorial para legislar o el síndico recibir a los visitantes y
huéspedes.
Al principio de 1893 hubo un intento de aprobar una ordenanza donde
se exhortaría a los habitantes y comerciantes colocar faroles en sus
puertas, balcones o ventanas permanentemente durante las horas de la
noche. Esta medida fue desestimada debido desde hacía varios años
existía una rebeldía abierta y pública de la población con el
ayuntamiento por dictar normas y gravámenes que terminaron empobreciendo
aún más a los habitantes de la villa.
La apatía de la población era de tal magnitud que la mayoría de los
habitantes hacían caso omiso a las resoluciones del ayuntamiento de
limpiar el frente de las viviendas o construir letrinas en los patios
(todavía para esa época muchos ciudadanos hacían sus necesidades
fisiológicas en los montes cercanos), mientras que los comerciantes,
pacotilleros y vendedores ambulantes evadían el pago de los impuestos y
otras disposiciones en completo desafío público, teniendo el
ayuntamiento que recurrir a la fuerza pública para tratar de obtener
recursos económicos.
En diciembre de 1893, con la determinación poner en marcha el
alumbrado público, el ayuntamiento decide elaborar un plan para buscar
la ayuda del Estado, de funcionarios públicos y ciudadanos notables con
el propósito de recaudar dinero o recibir en calidad de donación los
postes y faroles necesarios para dejar instalado el alumbrado público.
Cuando el ayuntamiento de Barahona declaró en enero de 1894 prioridad el
alumbrado de nuestras calles, los ciudadanos verían en pocos meses
cumplida una reivindicación de años.
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