Muerte de Carlos Julio González, 1968




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POR JOSE ALCANTARA

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Era primavera, a finales de marzo y comienzo de abril del año 1968, los arboles estaban verdes y el sonido celestial de los marullos del mar, se oían a los lejos y llegaban como canción a los oídos de la pareja que simulando ser novios están sentados tranquilos y agarrados de las manos, observando todo lo que pasaba a su alrededor en la avenida Enriquillo de Barahona. Alias Pedro y alias Juana La Flaca, algunas noches, aparentando estar abrazados y dándose besos de amor puro y sublime, vigilaban.

Llegada la noche, los dos revolucionarios desde los barrios “Villa Estela” y “la Playa” se juntan en la calle Nuestra Señora del Rosario con Santiago Peguero y caminan tranquilos y agarrados de manos hacia la avenida Enriquillo a realizar la tarea que el Movimiento Popular Dominicano (MPD) le había ordenado: vigilar las horas en que un alto dirigente del Partido Reformista realizaba su caminata para ejercitarse en los alrededores del parque infantil.


En el partido del presidente Joaquín Balaguer, en esta ciudad había muchas contradicciones, que se manifestaban a través de insultos, empujones amenaza de muerte, entre otros tipos de intimidación. Su dirección compuesta por Negro Suero, René Suero, Carlos Julio González, Alminda Prats, Américo Melo, Jorge Herrera, Yuyo Michel, los Galán, entre otros, se reunían muy poco, pero cuando lo hacían, afloraban inmediatamente los malestares y objeciones entre unos y otros.

Para tratar de resolver los conflictos internos dentro de esa entidad política, algunos de los grupos existentes, se repartieron los puestos de dirección, empleos y en la conducción del Partido Reformista. Es así como llega el rumor a Barahona, de que supuestamente el presidente Balaguer había enviado a la ciudad un telegrama dando la información de que el señor Carlos Julio González pasaría a ser el próximo dirigente de la agrupación por las arbitrariedades cometidas por su directorio. Eso molesto bastante al presidente del partido Cesar Augusto Suero (negro), quien amenazo de muerte al señor González.

Cabe recordar que Carlos Julio González fue síndico de Barahona en el gobierno de la tiranía de Trujillo, además participo de manera militante en la redacción de los estatutos del partido reformista, junto a Francisco Augusto Lora, Héctor García Godoy, Joaquín Balaguer, entre otros. El Dr. González era un prominente abogado de Barahona, cuñado de Polibio Díaz, quien llego a ser secretario de estado de la presidencia en el primer periodo de Balaguer. Por otro lado, Negro Suero, era considerado un hombre inteligente, escritor, poeta, pero violento y peligroso, que se había apoyado en los militares de puesto en Barahona y había construido una relación casi paternal con el asesino mayor de la Fuerza Aérea Dominicana Eladio Marmolejos. Este último le facilitaba agentes del G2 de ese organismo militar para cuidar su casa y que le sirvieran de espalderos.

Fruto de ese apoyo militar Negro Suero actuaba con total impunidad. El MPD lo califico como objetivo militar, pero nunca pudieron ubicarlo fuera de su entorno debido a que siempre andaba protegido por varios ex miembros del instituto castrense, encabezados por el ex sub oficial Félix Feliz entre otros. No pudiendo ajusticiar a Negro Suero y en vista de las diferentes conspiraciones que se gestaban desde diferentes estamentos militares y de la izquierda revolucionaria para derrocar a Balaguer, conociendo los problemas del Reformismo en Barahona, el partido Marxista Leninista se propuso agudizar esas contradicciones, y la dirección Regional Sur del MPD decide dar de baja al Dr. Carlos Julio González, un trujillista. Para esa organización su objetivo era matar tres pájaro de un tiro: “Pegarle ese muerto a Negro Suero y sacarlo de circulación, denunciar el sicariato de los ex miembros del ejercito y agudizar las contradicciones entre los militares y los reformistas para que se agilizara el golpe de estado revolucionario”. El Coronel Guzmán Acosta simpatizaba con el PQD en ese entonces.

Para eso, montaron una vigilancia que se inicio en el mes de marzo del año 1968. Alias Pedro y alias Juana La Flaca, desde el sábado 30 de marzo hasta el jueves 4 de abril, observaron que la rutina del Dr. González al caminar alrededor del parque infantil era entre las 7 y 9 de la noche. Nunca llegaba a la misma hora. En su informe a la dirección de los Comandos Revolucionarios Clandestinos (CRC) del MPD le comunican que: “camaradas, ese señor es errático en su proceder, sus horas no son las mismas todos los días al caminar, pero el trabajo es posible entre las 7 y la 9 de la noche”. Termino el informe.

El día viernes 5 de abril se seleccionan a dos hombres preparados militarmente, que habían participados en la guerra de abril de 1965 y se le ordena realizar el “trabajo”. Se les entregan todas las informaciones, la ruta de llegada y la de escape, les dan las armas, una pistola que decía “Guardia Española” calibre 45 y un revolver Enriquillo calibre 38. El dirigente del CRC les comunica que: “no puede ni debe haber fallo, traten de hacer un solo disparo para que no llamen la atención y salgan rápido del lugar y me traen las armas para esconderlas, por si los agarran que no hayan complicaciones”. Con abrazos fraternales se despidieron.

El sábado 6 de abril, la noche estaba calurosa, pero los comandos salen hacia el parque Infantil de Barahona desde de donde se estaban construyendo los edificios multifamiliares, sin prisa para no llamar la atención, toman la calle Independencia, hacia la calle Duarte, giran hacia la Mella por la calle Nicolás Ramón, llegan a la 30 de Mayo giran por la Nuestra Señora del Rosario hacia la Santiago Peguero y desde lejos observan al objetivo militar en el lugar de juego de los niños, se acercan y no hablan. Como rayos sacan sus armas y el de la pistola 45 dispara y cae herido de muerte el Dr. González. Los dos comandos salen corriendo y luego caminan, hacen la misma ruta de regreso donde dicen a su comandante: “todo realizado sin problemas, no dificultad”. Y el dirigente de los comandos les responde: “objetivo uno logrado, vayan en paz”. Entregan las armas y todos se marchan.

A los dos días el celador del mercado público y espaldero de Negro Suero señor Felix Feliz es aprehendido por la Policía Nacional, interrogado y despachado. 4 días después junto con los alias Merete, Lila y Osiris (este último chofer de Negro Suero) fueron apresados torturados, obligados a admitir su culpabilidad por el coronel de la policía Rafael Guzmán Acosta y el capitán de la PN oriundo del municipio de Jaquimeyes Toñito Matos Espinosa, este capitán policial los golpeaba con un bate de jugar beisbol para obligarlos a admitir su culpabilidad.

Entre la tortura que les aplicaron a los detenidos estuvo el hecho de amarrarlos de pies y manos y golpearlos en los glúteo y testículos. Luego con un trozo de madera o tabla le golpeaba las plantas de los pies. Uso alambres de acero y junto a más de 10 policías, golpeaban las espaldas y les arrancaban los pedazos de carne que saltaban por el aire en cada “chuchaso” que les aplicaban a los cuatro presos. Un policía de los torturadores llego a darle una mordida al nombrado Felix Feliz arrancándole un pedazo del brazo izquierdo. Todos en principio negaron la acusación, pero fruto de la tortura admitieron los hechos. Fueron sometidos a la justicia.

Quintino Ramírez, abogado de los prevenidos de libertad denuncio en ese entonces que sus defendidos habían sido llevados a diferentes cárceles y tribunales del País. Esas cárceles y esos tribunales estaban Barahona, Preventiva del Ensanche la Fe, Cárcel Rafey palacio de justicia en Santiago, la de Moca, Palacio de Justicia de Ciudad Nueva y la Victoria de Santo Domingo. En esta última Cárcel el coronel de ese entonces y jefe de esa plaza policial coronel Valentín Despradel Brache se negó a complacer al coronel Rafael Guillermo Guzmán Acosta de seguir torturando a los 4 detenidos por su visible deterioro físico.

Estuvieron varios años detenidos de juicio en juicio, negando su participación en ese hecho. Después de tres años y once meses encarcelados, fueron descargados o absueltos por la justicia Dominicana. El juez Lamarche Enrique lo descargo de toda responsabilidad de ese acontecimiento y dijo que: “a ningún hombre se le debería torturar para sacarle mentiras para tratar de convertirlas en verdad”. Después de ese suceso que puso a temblar a los dirigentes del Partido Reformista, el señor Negro Suero cayó en desgracia en la sociedad Barahonera, pero el golpe de estado revolucionario nunca se consumo. El MPD nunca se hizo responsable de esa acción. Muchos meses después los integrantes del comando salieron al exilio politico, regresando varios años después al País.

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