Tránsito, semáforo y Amet













Por: JOSÉ ESPINOSA FÉLIZ.

Siempre hemos oído decir que la práctica es la madre de la teoría, en estos días se confirma esa frase tan usada de boca en boca por quienes desean demostrar que la práctica está por encima de todos conceptos teóricos. Los adelantos de la ciencia están hecho con mucha sabiduría y los mismos están basados en experimentos técnicos bien ponderados, que para llegar a una solución, siempre es normal un sin número de experimentos, con el objetivo de obtener un producto acabado.

En estos días los capitaleños están viviendo el recrudecimiento de los tapones, esta situación se está dando desde hace aproximadamente dos o tres semanas, y esto por una sabía decisión del director de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), el mayor general José Aníbal Sanz Jiminián.

Quien antes de ocupar esa importante posición, según su versión, escuchaba en algunos medios de comunicación, que los entaponamientos en las esquinas se debía a que, los policías de AMET entorpecían el buen desenvolvimiento, y ahora al ocupar la máxima posición en la institución, decidió poner en ejecución lo que establece el razonamiento natural de cualquier ser humano sensato.

¿Y cuál fue la decisión? La de poner a funcionar los semáforos sin la intervención de los agentes de tránsito; pero resulta que el remedio es peor que la enfermedad, los tapones se proyectan a esquinas fuera de record, ¿Qué pasa? Todos sabemos que los semáforos están preparados para hacer su trabajo sin la intervención humana, que se realizan estudios de tránsitos para determinar el volumen del tráfico en una dirección u otra y eso lleva a una sincronización de los mismos.

Sin embargo, las buenas intenciones del flamante director de AMET no han resultado los efectos deseados, de seguro que esta disposición han aumentado la desesperación, el estrés, la factura petrolera, la contaminación por dióxido de carbono, tardanza de los empleados para llegar a su trabajo, en fin una cadena interminable de inconvenientes.

¿Qué pasas? Es posible que los semáforos funcionen sin ningún problema en horas normales; pero en las horas pico, se complica la situación: Vivimos en una selva de asfalto y cemento, donde los conductores manejan sin respetar los carriles correspondientes, los autobuses del transporte público son los dueños de las calles.

Cuando cambia el semáforo hay que esperar unos segundos, algunas veces por la obstrucción de la otra calle, y no se pudo avanzar lo suficiente y las colas de vehículos se hacen interminables.

¿Qué pasa con la intervención aparentemente irregular de los agentes de AMET debajo de los semáforos? Les dan preferencia a la vía más cargadas, el sistema de comunicación con los demás agentes le permite agilizar el tránsito, y conocer lo que sucede en las demás esquinas.

Lamentablemente esa es la realidad, la autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), debe reforzar los controles, para obligar a los choferes a mantener su carril y no entaponar las intercepciones. Todos recordamos como se nos “obligó con la fuerza de la ley” a usar el cinturón de seguridad. Se necesita autoridad firme para que algunas personas puedan comportarse como seres humanos ajustados al mandamiento de las leyes que nos rigen, y que algún día estemos preparados para dejar que sean los semáforos que controlen las esquinas.

¡Más apoyo a una de las instituciones menos contaminadas con que cuenta el país!, una institución que nació saneada y su personal, en cierta medida, continúa esa práctica implantada por sus fundadores.

Ayudemos a AMET a que pueda organizar el transporte, y que la misma sirva como un modelo superado, que dejó atrás el adefesio que fue la otrora policía de tránsito.

El autor es ingeniero civil.

Fuente: barrigaverde.net

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