Por: Ing. Carlos Manuel Diloné
Fuente: familiabateyera.com
Aunque se encuentra situada en un lugar preponderantemente exótico, en una zona del universo, bañada por las cálidas y cristalinas aguas del mar caribe, adornada con collares de montañas, cordilleras y ríos hermosísimos, que hacen de su paisaje toda una magia de la creación divina.
Esa Perla del Sur, que ansía hasta los tuétanos por el anhelado desarrollo integral, que la haga despegar económicamente hablando, hasta convertirla en una metrópolis propia del siglo actual.
Y es que al parecer, los barahoneros hemos creído que el desarrollo llegará de la mano del turismo, de la mano del gobierno o del Tío Sam, sin darnos cuenta, de que el verdadero desarrollo lo vamos a experimental, en la medida que contribuyamos con él, en la forma que elevemos el nivel de conciencia con que valoremos lo que tenemos. En otras palabras, el progreso llegará cuando realmente trabajemos para lograrlo, no desde la grada, sino más bien en el terreno de los hechos.